viernes, 31 de mayo de 2013

Trabajo Sociales 3ª Evaluación Guillermo García Sáez

I   PARTE TRABAJO 3ª EVALUACIÓN


ENTREVISTA

El entrevistado es mi abuelo porque ha vivido muchas experiencias a lo largo su vida.

- Pregunta:  ¿Cuántos años tienes y dónde naciste?

- Respuesta:  Tengo 84 años, nací en Miguelturra, provincia de Ciudad Real el día 6 de Septiembre de 1928.

- ¿Y cuándo te pusiste a trabajar?

- A los once años.

LA GUERRA CIVIL

- ¿Dónde vivisteis durante la Guerra Civil?

- Vivimos en Miguelturra y, con nosotros, durante la guerra, hubo una familia que era de Puertollano y venía a Miguelturra huyendo de las balas, porque en Puertollano sí que había guerra, pero en Miguelturra no.

- ¿Cómo lo pasasteis las personas de tu familia durante la guerra?

- Pues ya me contarás,  de hambre toda la que quisimos y un poco más. Mira, yo me iba a buscar cardillos para comer hierbas como los conejos, yo iba por lo menos 12 ó 14 kilómetros con un saco al hombro y luego tirando para allá. 

- ¿Hubo violencia, o sea, batallas donde vivíais entre los dos bandos?

- Batallas…  te puedo decir que el día 18 de julio, el día que explotó la guerra estábamos dos niños  en casa de un familiar nuestro y, a eso del anochecer, los hombres de izquierdas, con las escopetas echadas al hombro, como si fueran cazadores, por las calles, pegando tiros, y luego después, Franco se desquitó de ello matando a la mitad del pueblo sin razón de ninguna clase, ordenando a los falangistas que los mataran, que los falangistas eran trabajadores que se dedicaban a matar a los  obreros, y había muchos que era por una causa totalmente ajena a la política, porque a lo mejor le debían una deuda a una persona que era de derechas, y decía: “ A ese, matadle, porque le debo dinero, y para no pagárselo ya. Matándole, llevándole al cementerio ya no le tengo que pagar nada”. Así fue el principio de la guerra. Luego, durante los tres años de guerra, fue como si no hubiera guerra pero, por el contrario, en Puertollano que estaba muy cerca, hubo gente refugiada con nosotros. Hubo una familia con nosotros que tenía una hija y dos hijos, 5 personas había en casa durante el período de la guerra, que se vinieron a Miguelturra huyendo de la guerra que había en Puertollano, del lío que había allí porque allí sí estaban a tiros los dos bandos, ¿no?

- ¿Alguien conocido para ti estuvo en la cárcel?

- Sí, el padre de tu abuela, estuvo en la cárcel, porque era de izquierdas. Allí se mataban unos a otros en un bando y en el otro, en el momento de la explosión de la guerra, y luego después la escabechina era pequeña… Mataron a la mitad. Después de la guerra, en la postguerra, aquello era morirse de hambre. Mira, mi padre murió… mi padre no murió, a mi padre le mataron, le mataron de hambre. Un día un familiar suyo, tocaron a la ventana de donde dormían mis padres y le dijeron: “Venga Nemesio (que se llamaba Nemesio), que venimos a darte el paseo”, en plan de broma ¿no?  Mi padre era muy… se acongojaba de… con rapidez. Tal fue el susto que cayó enfermo y al cementerio que se fue, entre eso y luego que después en la postguerra lo mataron de hambre. A mi padre no lo mataron de una bala, lo mataron de hambre los de Franco. Cuando Franco ganó la guerra mató a mi padre, así de sencillo. Allí se iba por la calle y se veía una cáscara de naranja en el suelo y aquello no llegaba al suelo, iban tres corriendo para cogerla y comérsela, una cáscara de naranja, ¿eh? Una cáscara de plátano o de lo que fuera. Las peladuras de las patatas se las daban a un capataz que tenía yo ya donde trabajaba, se las daban los “señoritos” que decían, que eran los de poder económico,  se las daban a los encargados que tenían para las cuadrillas de trabajo, les daban las peladuras de las patatas y aquello era un manjar, te hablo de después de la guerra. Había un guardia civil, que se llamaba Fortuna y era el terror de Miguelturra. Aquel andaba a escopetazos con la gente. A mi padre le quemó un haz de leña de lo que había caído en el suelo de los olivos y a otro vecino fuimos a rebuscar aceituna a un pueblo que se llama Carrión y la madre de aquel chico tenía un par de cojones como los de un burro. El guarda que había allí para guardar la aceituna que íbamos a rebuscar, a coger la que no querían, la que habían dejado sin coger, con una escopeta, se lió a tiros con nosotros y el chico, que se llamaba Vicente, cogió y corrió para un lado y para otro para que no le cogieran los tiros que tiraba el tío, pero no estábamos robando, estábamos rebuscando, y cuando llegamos a su casa aquel día, se lo contamos a su madre lo que había pasado y la tía cogió una escopeta y le decía: “Déjame que voy a ir yo a Carrión y me le voy a cargar”.

- ¿En tu familia hubo algún exiliado?

-  No.


POSTGUERRA


-         ¿Pasásteis hambre en la postguerra?
-          
-         Mucha. Comíamos collejas, hierba del campo, con un poquito de harina que se hacían unas gachillas y ya estaba el apaño. Ibamos a rebuscar al campo y no llevábamos más que una sardina sin pan o una algarroba de esas de los árboles. Por la mañana te daban un poco de pan y luego si había alguna judía o alguna patata, y ya estaba. A veces íbamos a por harina a los molinos y no querían molerla y nos decían que si era para los perros, se la tragaban sin moler, pero era para que no la vendiéramos en el estraperlo. En las cartillas de racionamiento nos daban la ración de azúcar y la cambiábamos con alguien de dinero por patatas o algo que nos llenara más.
-          
-         ¿En la postguerra se seguía hablando de la guerra o se evitaba el tema?
-          
-         Hombre, pues estaba en pleno apogeo la guerra, a ver… si habían matado a un familiar tuyo cercano, a un hijo o lo que fuera, pues claro, ¿cómo no se iba a hablar de la guerra, si se había quedado muerto en el campo de batalla?
-          
-         ¿Y en tu casa, se hablaba de política?
-          
-         En mi casa no, ni política ni leches. Allí no se entendía nada más que de hambre, que para comer cuando se terminó la guerra había que hacer un panecillo en una  lata de sardinas, con una brasa, si se cogían cuatro espigas espigando en el campo, y con un molinillo de café se ataba a una mesa pequeña con una cuerda y molía mi madre un poco de trigo en una lata y lo cubría de brasa, si había fuego a tierra se tapaba, y aquello era el pan.
-          
-         ¿Después de la guerra se seguían notando los dos bandos donde vivías?
-          
-         En la postguerra había tensión que no podía ser más, ¿no? ¡Coño!
-          
-         ¿Teníais ropa suficiente para cambiaros todos los días?
-          
-         No, ninguna. La lavábamos por la noche y nos la poníamos al otro día. La lavábamos  en una pila de madera con agua mala, se echaba un poco de lejía y se lavaba calentando el agua en una sartén en el fuego. Teníamos piojos a barullo y chinches en las camas y no había lana ni ninguna cosa en los colchones, eran de las mazorcas del maíz, lo que cubre la mazorca. Cuando había lana en los colchones, se iba sacando poco a poco para venderla hasta que el colchón se quedaba sin nada.
-          
-         ¿Hacíais alguna práctica religiosa?
-          
-         No, ninguna. Pero las chicas iban a las Flores, al Rosario…
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-         ¿Y de qué vivíais?
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-         Pues de la caridad, del trabajo mío. Las chicas se iban a servir a las casas de los ricachones y los chicos si tenían algún día trabajo, y si no, pues nada.
-          
-         Pero ¿dónde trabajabais?
-          
-         Yo trabajaba en el campo, después de carpintero pero en un principio en el campo y después me hice ferroviario.
-          
-         ¿Y fuiste al colegio?
-          
-         Una semana y me dejaron encerrado toda la semana porque el maestro era un borracho. Entonces no se estudiaba.
-          
-         ¿Y la educación, abuelo,  era igual para hombres y para mujeres?
-          
-         No. Las mujeres las faenas de la casa y servir, los hombres para trabajar.
-          
-         ¿Teníais electrodomésticos en vuestra casa?
-          
-         (Risas) Si, una cazuela y un puchero. (Más risas)
-          
-         ¿Y comprabais periódicos en vuestra casa?
-          
-         No. Todo lo que veía yo escrito por la calle lo recogía y me lo llevaba a mi casa y, cuando me iba a  trabajar, teníamos una mesa redonda y allí amanecía durmiendo en la mesa y aprendí solo. Mi maestro he sido yo y mi Universidad ha sido el mundo, al final a base de luchar mucho en la vida,  llegué a donde estaba.
-          
-         ¿Teníais noticias del extranjero?
-          
-         No.
-          
-         ¿Y había mucha censura?
-          
-         No se podía hablar. Yo un día escribí en un cuaderno. A la censura le llamaban entonces “Educación popular” , escribí todas mis ideas, mis experiencias propias y me fui a Ciudad Real para que me lo imprimieran (tengo ahora un montón de libros escritos). Aquello era lo primero que escribí. Imprimían un periódico que se llamaba Lanza y fui a la editorial para que me imprimieran lo mío para tener como una memoria, como un recuerdo hecho por mí. El jefe lo leyó y me dijo: “¿Esto quieres que te lo escriban a  ti? Esto no puede ser. Ahí al lado están los de Educación Popular, vas que lo lean, y si te lo autorizan vienes y te lo publicamos si lo pagas”. Fui y expuse mi caso, se lo doy y se queda mirándome y me dice: ¿Cuántas copias has hecho hasta escribir esto? Le dije que ninguna, y era verdad. Me dice ¿Cómo que ninguna? Le contesto: “que ninguna, no tengo más” y me dice con muchos cojones: “¿Me quieres decir que eres un segundo Dios?” Pues no me anduve con hostias, y le dije: “¿Cómo me voy a creer que soy el segundo Dios si no conozco al primero?” Me dice: “Yo tengo carta blanca para meterte en la cárcel” y le contesté: “Prefiero estar en la cárcel con honra que estar fuera sin ninguna”. Al final me dijeron que lo iban a mandar a Madrid y que volviera en una semana. A la semana volví y me dijo que no había recibido nada, así que al final se lo quedarían o lo quemarían….


FRANQUISMO

-         ¿En  los años 60 mejoró la situación familiar, tuya?
-          
-         Mejoró claro.
-          
-         ¿Y la del país?
-          
-         Poco a poco va mejorando, sí, en todos los sentidos.
-          
-         ¿Y tuvisteis que emigrar a algún sitio?
-          
-         Sí, yo a Cataluña
-          
-         ¿Estabas afiliado a algún partido o a algún sindicato?
-          
-         Entonces no.
-          
-         ¿Y luego?
-          
-         Luego después sí, hasta el cuello. Al Partido Socialista y a UGT.
-          
-         ¿Entre los vecinos os ayudabais?
-          
-         Sí, siempre los más cercanos sí.


TRANSICIÓN

-         ¿Cómo reaccionasteis cuando os enterasteis de que Franco había muerto?
-          
-         Pues yo no tuve ninguna reacción, ni buena ni mala, me daba igual que estuviera como que no estuviera.
-          
-         ¿Votaste en las primeras elecciones que hubo?
-          
-         Sí.
-          
-         ¿Qué votaste?
-          
-         Que sí a la democracia.
-          
-         ¿Qué recuerdos tienes del 23-F? ¿Qué pensabas?
-          
-         Pues que no quería que mandara el Ejército, así de sencillo. Salí a la calle echándome las manos a la cabeza, mirando la calle a ver qué pasaba y diciendo: “Madre mía, un golpe de estado, otra guerra civil…”
-          
-         ¿Qué pensaste de la victoria del PSOE?
-          
-         Me alegré mucho, claro.
-          
-         ¿Y cuando ganó el PP?
-          
-         Yo a los de derechas no puedo ni verlos, y a los de izquierdas, ahora tampoco. Ni a unos ni a otros, ahora, en este momento. Al final mandé a hacer leches al Partido y luego a UGT.
-          
-         ¿La Transición crees que se hizo correctamente, o se podía haber hecho algo mejor?
-          
-         La Transición la han hecho favorable para los que han mandado siempre y se ha terminado.



Primera página del Acta manuscrita de la primera reunión  de la UGT del 29 de Octubre de 1888.


VALORACIÓN PERSONAL

Esta Generación ha vivido una época muy difícil y muy dura y han tenido que superar muchas adversidades y a veces no nos damos cuenta de que lo que tenemos es gracias al esfuerzo que realizaron porque para lo que ahora para nosotros supone pura rutina como es comer por ejemplo para ellos en aquella época suponía un grandísimo esfuerzo, ahora entiendo por qué mi abuela me hace comerme hasta el plato de la mesa.
Estaría bien que aprendiéramos de la historia para que no se vuelva a repetir nunca más.
Para todos ellos todo nuestro respeto, admiración y nuestro agradecimiento. 

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