La Revolucion Rusa
La Revolución rusa de 1917
La Revolución rusa de 1917 fue un movimiento
político en Rusia
que culminó en 1917 con la expulsión del gobierno provisional que había reemplazado el
sistema zarista,
lo que llevó finalmente al establecimiento de la Unión Soviética, que duró hasta su caída en 1991.
En la Revolución pueden distinguirse dos fases:
La primera fase fue la llamada Revolución de Febrero de 1917, que desplazó la autocracia
del zar Nicolás II de Rusia, el último de la historia,
y tenía la intención de instalar en su lugar una república liberal.
La segunda fase fue la Revolución de Octubre, en la que los sóviets,
inspirados y dirigidos cada vez más por el Partido Bolchevique, bajo el destacado papel
estratégico de Vladímir Ilich Uliánov, conocido como Lenin, y la importante
acción organizadora de León Trotsky, encabezando el Comité Militar Revolucionario, tomaron el
poder mediante una insurrección popular armada, arrebatándolo al gobierno provisional dirigido por Aleksandr Kérensky, y disolviendo el aparato
gubernamental del anterior Estado constitucional burgués,
junto con sus instituciones: la gendarmería,
las Fuerzas Armadas de Rusia, la propiedad privada
sobre los principales medios de producción y servicios y más tarde la Asamblea Constituyente. Éstos fueron
sustituidos a su vez por el Estado obrero, bajo el control o dictadura del proletariado y la democracia
soviética, el control obrero de la producción, la redistribución de la
tierra a los campesinos, tras la expropiación a los terratenientes y
capitalistas, la Guardia Roja y el Ejército Rojo,
organizado éste y dirigido por Trotsky. Además, se negoció la Paz de Brest-Litovsk y concedió el derecho de autodeterminación a las
nacionalidades sometidas al imperio ruso. Esta segunda revolución se extendió por
numerosísimos entornos, afectando tanto a las ciudades como al entorno rural.
Al mismo tiempo que ocurrían muy importantes sucesos históricos en Petrogrado
y Moscú,
paralelamente empezó a desarrollarse un movimiento consolidado y extendido en
el campo, especialmente en las zonas más fértiles del antiguo Imperio como el
sureste de Ucrania,
a medida que los agricultores fueron tomando y redistribuyendo la tierra, y
organizándose en asambleas populares y grupos armados.
Para consultar los antecedentes o causas de la Revolución rusa, pueden consultar el siguiente acceso
La Revolución rusa fue uno de los más importantes
hechos ocurridos en la época contemporánea. Su impacto fue palpable tanto en América
como Europa.
Aunque la Revolución no hizo expandir el comunismo
como un efecto inmediato, le dio a otros países convulsos del tercer mundo un
ejemplo a seguir. Décadas después, el modelo filosófico/gubernamental tomaría
renovada notoriedad a medida que Rusia,
convertida en un estado socialista y en una superpotencia
económica y militar, se enfrentara a los Estados Unidos
en la Guerra Fría.
En cualquier caso, las dos revoluciones de 1917 se
dividieron en dos grandes partes: la caída del régimen zarista (Revolución de
Febrero) y la creación del primer estado socialista del mundo (Revolución de
Octubre). Las causas de estas dos revoluciones abarcan las situaciones
políticas, sociales y económicas de Rusia
en la época. Políticamente, el pueblo ruso odiaba la dictadura del zar Nicolás II. Las bajas que los rusos sufrieron
durante la I Guerra Mundial debilitaron aún más la imagen
de Nicolás. Socialmente, el régimen despótico del zar había estado oprimiendo
al campesinado durante siglos. Esto provocó tensiones dentro de la clase baja
rural que desembocó en altercados. Económicamente, la inflación y el hambre por
toda Rusia contribuyeron asimismo a la revolución.
Definitivamente, una combinación de estos tres
factores, combinados con el liderazgo de Vladimir Lenin
y León Trotsky,
condujeron irremisiblemente a la Revolución rusa.
Causas económicas
Las causas económicas de la Revolución rusa se
atribuyen en gran medida a la mala gestión del zar, sumada a la I Guerra Mundial.
Más de quince millones de hombres se unieron al ejército, que dejó un número
insuficiente de trabajadores en las fábricas y las granjas. El resultado fue
una escasez generalizada de alimentos y materias primas. Los obreros tuvieron
que soportar terribles condiciones de trabajo, incluyendo jornadas de doce a catorce
horas y bajos salarios. Se desencadenaron cuantiosas revueltas y huelgas
reivindicando mejores condiciones y mayores salarios. Aunque algunas fábricas
accedieron a las peticiones para elevar los salarios, la inflación de guerra
anuló su efecto. Hubo una protesta ante la que Nicolás respondió con violencia
(véase Causas políticas); en respuesta, los
trabajadores de la industria fueron a la huelga y paralizaron de hecho el
ferrocarril y el resto de redes de transporte. Las pocas mercancías que estaban
disponibles no podían llevarse a su lugar de destino. Los precios se dispararon
a medida que los bienes esenciales eran cada vez más escasos. En 1917, el
hambre amenazaba a muchas de las grandes ciudades. El fracaso de Nicolás en
resolver los problemas económicos de su país y la promesa del comunismo
por aplacarlos compuso el núcleo de esta revolución.
Causas sociales
Las causas sociales de la Revolución tienen su origen
en siglos de opresión del régimen zarista sobre las clases bajas, además de los
desmanes de Nicolás en la I Guerra Mundial.
Aproximadamente un 85% del pueblo ruso formaba parte del campesinado, oprimido
por las clases superiores y el propio régimen. El vasallaje,
asociado comúnmente con la Edad Media, describe con precisión la situación social de la Rusia de Nicolás: Una
pequeña clase de nobles terratenientes controlaban una vasta cantidad de siervos. En 1861, el zar Alejandro II de Rusia emancipó a estos campesinos
no por razones morales sino porque impedía el avance social de Rusia. Sin embargo, esta
nueva libertad fue de carácter limitado, dado que no tenían ninguna tierra que
cultivar. Como resultado, el gobierno elaboró nuevas leyes que les otorgaban
pequeñas parcelas que trabajar. Sin embargo, la cantidad de tierra que se les
cedió fue insuficiente, con lo que se desencadenaron enormes sublevaciones. La I Guerra Mundial
sólo aumentó el caos. La ingente demanda de producción industrial de artículos
de guerra y obreros causó muchas más insurrecciones y huelgas. Además, como se
necesitaban a muchos trabajadores en las fábricas, los campesinos emigraron a
las ciudades, que pronto se vieron superpobladas, viviendo bajo condiciones que
rápidamente empeoraron. Para colmo, mientras que la cantidad de alimentos
requerida por el ejército era cada vez mayor, el abastecimiento tras el frente
se empobrecía más y más. En 1917,
el hambre amenazaba a la mayoría de las grandes ciudades. La suma de todos los
factores anteriores contribuyó a un creciente descontento entre los ciudadanos
rusos, que posteriormente desembocaría en la Revolución.
Causas políticas
La faceta política de la Revolución rusa es,
esencialmente, el resultante de la combinación de los problemas sociales y
económicos mencionados arriba. Desde al menos 1904, los trabajadores de
clase baja de Rusia
sufrieron una calamitosa situación económica.
Muchos de ellos trabajaban once horas al día. Las
condiciones de salud y seguridad en el trabajo eran sombrías, y los salarios
bajaban. Se produjeron numerosas huelgas y protestas con el paso del tiempo.
Casi todas fueron ignoradas por Nicolás o reprimidas, en ocasiones de una
manera violenta y mortífera (véase Domingo Sangriento). El intento fracasado de
conquista de Manchuria
fue también muy impopular entre el pueblo. Parte de la clase intelectual
(educada en muchos casos en Occidente) también rechazaba la autocracia zarista.
En 1915, la situación se tornó crítica cuando Nicolás decidió tomar el control
directo del ejército, supervisando personalmente el frente de guerra y dejando
a su incapaz esposa Alejandra al cargo del gobierno.
Sobre octubre de 1916, Rusia había perdido entre
1,6 y 1,8 millones de soldados, a los que había que añadir dos millones de
prisioneros de guerra y un millón de desaparecidos. Poco ayudaron estas cifras
a la moral del ejército. Empezó a haber motines, y en 1916 empezaron a circular
rumores de confraternización con el enemigo. Los soldados estaban hambrientos y
faltos de calzado, munición e incluso de armas. Se culpó a Nicolás de estas
calamidades, y el pequeño apoyo que todavía le quedaba empezó a tambalearse. A
medida que este descontento general y odio hacia Nicolás II crecían, la Duma (cámara baja del
parlamento ruso representada por terratenientes, ciudadanos, trabajadores de la
industria y campesinos) emitió una advertencia al zar en noviembre de 1916
declarando que se avecinaba el desastre sobre la nación si no se ponían en
marcha reformas constitucionales. Nicolás hizo caso omiso. El resultado no se
demoró, y varios meses después el régimen colapsó durante la Revolución de
febrero de 1917. Un
año después, el zar y su familia fueron ejecutados.
Revolución de Febrero
La Revolución de Febrero sobrevino casi
espontáneamente cuando el pueblo de Petrogrado
protestó contra el régimen zarista por la escasez de comida en la ciudad.
Existía también un gran descontento con la
involucración en la Primera Guerra Mundial. A medida que las
protestas crecían, muchos políticos reformistas, (tanto liberales como de
extrema izquierda) empezaron a coordinar sus actividades. A principios de
febrero las protestas se fueron tornando violentas en cuanto los ciudadanos se
sublevaron y enfrentaron a la policía y los soldados. Cuando el grueso de los
efectivos destacados en la capital se unieron a la sublevación, ésta se
convirtió en una verdadera revolución obligando a abdicar al zar previo a una transición
casi sin derramamiento de sangre.
Se constituyó un nuevo gobierno provisional, también llamado
Duma, a la vez que se planeó la convocatoria de elecciones. Entre febrero y
octubre los revolucionarios intentaron fomentar cambios más radicales, bien a
través del Soviet de Petrogrado o de forma directa. En
julio, los bolcheviques de Petrogrado, en colaboración con los anarquistas,
promovieron una rebelión civil. Esta insurrección fracasó.
Revolución de Octubre
La Revolución de Octubre fue liderada por figuras como
León Trotsky
o Vladimir Lenin,
y basada en las ideas de Karl Marx. Marcó el inicio de la expansión del comunismo
en el siglo XX. Ésta fue mucho menos espontánea que la revolución de Febrero y
fue resultado de planes deliberados y actividades coordinadas desde principio a
fin. La asistencia logística y financiera de la inteligencia alemana
por medio de su agente clave, Alexander Parvus,
fue una pieza fundamental.
El 7 de noviembre de 1917, los líderes bolcheviques
Vladimir Lenin y León Trotsky lideraron a los revolucionarios de izquierda en
una revuelta contra el ineficaz Gobierno Provisional (Rusia aún estaba usando
el calendario juliano, de modo que las fuentes del
momento citan la fecha como 25 de octubre). La Revolución de Octubre culminó la
fase revolucionaria instigada en febrero, reemplazando el gobierno provisional,
encabezado por Kerensky,
por el poder organizado y deliberativo de los soviets obreros,
soldados y campesinos, verdaderos organismos de participación política y
asamblearia por parte de las clases trabajadoras de la población. Sin embargo,
aunque muchos bolcheviques (tales como León Trotsky
y el propio Lenin)
apoyaban una democracia soviética, el
modelo de «reformas desde arriba» y del socialismo en un solo país ganó el
definitivo poder en detrimento de la teoría de la revolución permanente de Trotsky
cuando Lenin murió y Stalin
asumió el control de la URSS y
del Partido Comunista de la Unión
Soviética. Trotsky y sus simpatizantes, además de otros comunistas
democráticos y anarquistas, fueron perseguidos y finalmente encarcelados o
asesinados.
Después de octubre de 1917, muchos miembros del Partido Socialista Revolucionario y
Anarquistas se opusieron a los Bolcheviques a través de los soviets. Cuando
esto falló, provocaron varias revueltas en una serie de sucesos llamados la
«Tercera revolución». El más notable ejemplo fue la Rebelión de Tambov, entre 1919 y 1921, y la Rebelión de Kronstadt en marzo de 1921. Estos
movimientos, que exigían una extensa variedad de demandas y carecían de una
efectiva coordinación, fueron finalmente aplastados durante la Guerra civil.
Guerra civil
La Guerra civil rusa, que estalló en 1918 después de
la Revolución de octubre, trajo muerte y sufrimiento a millones de personas de
ambos bandos sin importar su postura política. Los contendientes eran
denominados, por un lado, los «rojos», comunistas y revolucionarios, y, por el
otro, los «blancos», fuerzas contrarrevolucionarias
organizadas por altos mandos del antiguo Ejército Ruso,
tales como los generales Kornilov
y Alexeiev, en torno a los llamados Ejércitos de Voluntarios, que agruparon
principalmente a monárquicos zaristas,
reaccionarios
y conservadores,
protofascistas,
liberales
y capitalistas,
nacionalistas,
y socialistas moderados o reformistas, tales como los social-revolucionarios de derecha y los mencheviques,
que se oponían a la revolución bolchevique. Además de aquellas viejas capas de
la población que veían perder sus privilegios o posición social, o se veían
beneficiados por el anterior sistema, los blancos recibían el apoyo de
potencias extranjeras tales como el Reino Unido,
Estados Unidos,
Canadá, Francia,
Japón, y
Polonia
, que intervinieron activamente en la contienda mediante el envío de material,
recursos, aparato logístico o numerosos contingentes de tropas.
La Revolución rusa en el mundo
Hay quien dice que la revolución rusa fue ideada para
extenderse a través de todo el mundo. Lenin y Trotsky
dijeron que la meta del socialismo en Rusia nunca se llevaría a cabo sin el éxito del
proletariado mundial en otros países, como se vio en la Revolución Alemana. Sin embargo, hasta el día
de hoy, este asunto es objeto de opiniones contradictorias por varios grupos y
partidos marxistas sobre la historia comunista.
Algunas fuentes declaran que fue Iósif Stalin
el primero en rechazar la idea, afirmando que el socialismo era posible en un solo país.
En cambio otras fuentes (principalmente trotskistas)
afirman que esto fue simplemente una excusa de Stalin y sus seguidores para
revocar los avances democráticos obtenidos durante la revolución y consolidar
su dictadura burocrática.
La confusión sobre la postura de Stalin en la materia
deriva del hecho de que, después de la muerte de Lenin en 1924, manejó con éxito el
argumento de éste (el triunfo del socialismo necesita del esfuerzo de los
trabajadores en todo el mundo) para derrotar a sus competidores en la sucesión
acusándoles de traicionar a Lenin y, por extensión, los ideales de la
Revolución de Octubre. También mandó ejecutar a muchos de ellos durante la Gran Purga.
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